Propósitos del Docente en la Educación Preescolar
a) Contribuir a mejorar la calidad de la experiencia formativa que las niñas y los niños cursan en la educación preescolar. Para ello es indispensable partir del reconocimiento de las potencialidades de niñas y niños[1], en lugar de poner el acento en lo que no saben y no pueden hacer. En este sentido el término potencialidades, alude a todas las posibilidades de aprendizaje de niñas y niños las cuales no se desarrollan necesariamente por naturaleza o por la influencia espontánea del ambiente social, sino que requieren de una intervención educativa intencionada y sistemática.
b) Promover una mejor atención de la diversidad en el aula y en la escuela, tanto las que se derivan de grandes diferencias culturales (étnicas), como aquellas que se derivan de los ambientes familiares y culturales en el que las niñas y los niños se desenvuelven y las de orden individual. Ello implica superar la visión que supone que en el grupo puede ser considerado como un todo homogéneo, en virtud de que la edad de los niños es similar.
c) Precisar los propósitos y los contenidos educativos de la educación preescolar, considerada como un ciclo de tres grados. Esta es una de las demandas reiteradas del personal docente y directivo, expresadas en todos los encuentros sostenidos como base para la elaboración de esta propuesta. La propuesta parte del reconocimiento de que la educación preescolar y la educación básica debe contribuir a la formación integral, pero asume que para lograr este propósito el jardín de niños debe garantizar a las niñas y los niños, en primer lugar, su participación en experiencias educativas que les permitan desarrollar sus competencias de orden socio-afectivo y cognitivo; teniendo como prioridad el trabajo en estos campos de aprendizaje, otros aspectos se atenderán mediante las formas mismas de trabajo e interacción en el aula.
d) Fortalecer la intervención docente. La propuesta parte del reconocimiento de que la intervención docente es un factor clave para que las niñas y los niños alcancen los propósitos establecidos; es la educadora o el educador quienes establecen el ambiente, plantean las actividades, buscan motivos diversos, etcétera para despertar el interés de los niños e involucrarlos en actividades que les permitan avanzar en el desarrollo de sus competencias. Ello no significa dejar de atender a los intereses de los niños, sino superar el supuesto de que éstos se atienden cuando se escuchan algunas sugerencias de temas por parte de los alumnos y se decide colectivamente por alguno de los temas sugeridos; por otra parte, el fortalecimiento del papel de la intervención docente implica establecer una apertura metodológica, de tal modo que teniendo como base y orientación los propósitos establecidos, la educadora o el educador seleccionen o diseñen las formas de trabajo más apropiadas según las circunstancias particulares del grupo y el contexto donde laboren.
[1] Los niños desarrollan teorías acerca del mundo en etapas extremadamente tempranas y las modifican a la luz de la experiencia. Las áreas del aprendizaje temprano incluyen la lingüística, la psicología, la biología y la física, esto es, cómo funcionan el idioma, las personas, los animales, las plantas y los objetos. Aún en el momento del nacimiento el cerebro no es una tabula rasa. La educación temprana necesita tomar más en cuenta tanto la mente distintiva como la forma individual de conceptuar de los niños pequeños y sus modos preferidos de aprender, por ejemplo, mediante el juego” (OCDE, 2003, La comprensión del cerebro. Hacia una nueva ciencia del aprendizaje, México, OCDE-Santillana, p.51).